No miro a ninguna parte, no hay nada.
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La posesividad, con palabras de Deleuze y Guattari, es un contraefecto de la represión.
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Nuestra condición humana está preparada para la abundancia de la producción de los deseos, de unos deseos saciables; y no para la carencia ni para la frustración. Pero el orden social tal y como está constituido, frustra y asfixia nuestro anhelo de vida desde el mismo nacimiento, y crecemos con los deseos bloqueados y reprimidos. Y ese anhelo profundo reprimido, que habita en lo más hondo de nuestro ser, es el que se idealiza y se canaliza hacia el ‘amor’ posesivo, con toda su fuerza contenida y con toda la ansiedad acumulada durante años. La criatura humana abandonada por sus congéneres se convierte en individuo en busca de compañía. El deseo se ha transformado ya en miedo a carecer, y este miedo, a su vez, en afán de poseer a otr@. Hemos entrado en el reino de la pareja, que presupone el reino del individuo.
Ana Cachafeiro y Casilda Rodrigañez
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Mujer y hombre que se aman hasta la eternidad.
Puñados de arroz, al salir de la iglesia.
Recorren el canalillo de la novia, y rallan los cristales, de los anteojos del novio.
Sentada en el suelo, dibujo una viñeta imaginaria en forma de nube.
Libre y atada.
21.4.09
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